Lo primero que llama la atención es su asombrosa ligereza: 3.173 kg frente a los 3.700 de un Strato, por ejemplo.
El acabado es visualmente perfecto. No he podido encontrar ni el más mínimo defecto a la vista, aunque al tacto, en ocasiones, al desplazar por el mástil sí que se aprecia que la suaviad no es la misma que, por ejemplo, en otra Solar, la S1.7 PB ETC que también tengo.
El equilibrio no es fantástico. Queda pesada de mastil. No es exagerado, pero sí que se aprecia claramente.
El sonido de la Fishman es nítido y muy potente, con un sustain impresionante, pero echo de menos el control del tono, que sería mucho más útil que el kill switch.
Los herrajes son bonitos y de buena calidad y el ensamblaje perfecto. La acción de las cuerdas es muy bajita, muy agradable y rápida de tocar.
Venía bastante bien calibrada. Tras afinarla, solo tuve aflojar mínimamente los tornillos de los muelles para nivelar el Floyd Rose y volver a afinar.
Las cuerdas Black Smith son de calibre 09. En mi opinión, sería preferible que viniese ya equipada y ajustada con calibre 10.
Y lo que no me ha gustado nada es la posición del conector. Si tocas sentado, está bien. Si tocas sentado con un mini-amp (cosa que yo hago a menudo para estudiar) es un infierno aceder a los controles. Y si tocas de pié y tienes dos extremidades inferiores, es aún peor, porque el conector te da en la pierna derecha constantemente.
Ya he adquirido un conector dorado para reubicarlo en una zona más lógica de la guitarra.
En resumen, no me arrepiento de la compra, pero me parece bastante cara para lo que ofrece.